lunes, 4 de enero de 2010

Pereza

Voy a morir de la pereza. En serio. Hoy ha sido un día increíblemente perezoso. Dentro de poco, llegaré al límite en el que la pereza es tal que tendré que dejar de respirar simplemente porque me costará más esfuerzo del dispuesto a hacer. Mis células adquirirán esta misma filosofía de vida y la masa deforme resultante hará una simbiosis con la silla o la cama y se fusionarán en un sólo organismo debido a la inactividad e interactuacción constante de los átomos. Cuando descubran ese ser que aún se mantiene con vida sin necesidad de oxígeno y anatomía extraña hasta el momento, lo analizarán hasta la saciedad. Y tras cientos de prueba, aquella cosa inicial quedará irreconocible y será exhibida como un ser del espacio para ganar dinero con la entrada. Se alarmarán sobre el próximo fin del mundo y predicarán sobre la llegada de los extraterrestres, y cuando se sepa que todo ha sido un frause o se esfume la expectación, será desechado en algún contenedor. Siglos más tardes, harán excavaciones arqueológicas y así... será como acabaré en un museo.

Pero a lo que iba y en pocas palabras; me desperté a las 11:45 y permanecí en la cama hasta alrededor de las 17:10 (por obra y gracia de las visitas inoportunas), me duché, bajé el colchón al suelo y vi una película (en busca de Bobby Fischer) hasta las 19:50 o 20:05. Desde entonces estoy en el ordenador y lo más gracioso es que no son ni las diez y me caigo de sueño. Bueno, en realidad no sueño de cansancio ni de real necesidad fisiológica, sino por la indolencia en sí.

En fin. Un día, ciertamente, MUY productivo.

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