miércoles, 23 de diciembre de 2009

Concretar, concretar.

Si tuviese que definir o esclarecer las causas de aquello que me trasladase al paroxismo de la exaltación, sería, sin dudar siquiera un instante, conceptos que gozasen de índole de tipo general y abstracto, ¡la teoría! Todo aquello que no tenga relación directa con el mundo concreto y tangible, pues, o temas exclusivamente prácticos, por ejemplo. De hecho, si el mundo de las ideas de Platón fuese alcanzable una vez que la persona se desprendiese de su propio cuerpo (¿el alma?), hace tiempo que me hubiese planteado el suicidio. Sin embargo, a falta de fe en conceptos tales, no queda de otra que acarrear con realidades adversas.

Y es, precisamente, todo esto, la raíz de uno de mis mayores problemas; no sé concretar y con ello, estructurar mi pensamiento para destinarlo a un fin determinado (en realidad, a duras penas). Me extiendo y doy vueltas sobre la misma idea hasta lo insaciable para llegar a otra con no relación directa y, así, de flor en flor, llego al final, cuando descubro con sorpresa que no he dejado nada en claro ni seguido un patrón ordenado. Por lo que vuelvo al principio y empiezo a modificar ciertos detalles que liguen de alguna manera todos esos fragmentos independientes -no con mucho éxito-, dando por resultado largos párrafos (cuando el texto queda dividido en párrafos) acerca de un pensamiento simple. Entonces, desisto y procuro no volver a coger el bolígrafo hasta pasado un largo tiempo. Esta es, mientras dura este período, una de las empresas más sobrecogedoras a las que debería enfrentarme y de la que, sin embargo, huyo como si del mismo diablo se tratase. Así pues, mejora alguna no se produce, y una vez confrontado este desafío, la reacción se vuelve a manifestar en vista del mismo resultado.

Mas... -redoble de tambores- todo se puede mejorar. Incluso aquello que en lo más hondo de las entrañas de uno no se desee mejorar. Aún no se cómo empezar, pero, a medida que vaya avanzando, ya iré contando mis progresos. El primer paso, o eso dicen, es tomar conciencia de aquel aspecto que se desee mejorar (porque suponga ser un problema de algún tipo). Y, aunque no tenga perspectiva global o noción exacta sobre qué es o no un pensamiento ordenado, seguramente ya se irá presentando todo ello a medida que vaya investigando y descubriendo cosas.

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